Ocampo y Parral son dos municipios que están íntimamente ligados por la cultura y la historia, elementos de gran significado para la identidad de sus habitantes, para la promoción de un hermanamiento figurante más en la práctica que en la simple teoría. Ambos herederos de un pasado virreinal y de una región que conectó el antiguo Camino Real de Tierra Adentro con la capital de la Nueva España y la comunidad de Santa Fe en Nuevo México.
El valor de histórico de estas dos localidades tiene sus raíces a comienzos del Siglo XVII, la primera fundada en 1604 y la segunda aproximadamente en 1631. Su origen es un poco distinto, San Miguel de las Bocas como antes se le conocía a Ocampo surgió a partir de la labor de los misioneros que llegaron a evangelizar principalmente a los pueblos Tepehuanes y en contraste, el Real de Minas de San Joseph del Parral tiene su desarrollo gracias a los beneficios del subsuelo, la plata por ejemplo.
La relación en este par de comunidades se formalizó a partir de la dinámica económica y social que estimuló el Camino Real, en el traslado de bienes y personas durante varios siglos. Sin embargo, la comunión existente entre ellas va más allá de la ruta puesto que se extiende en la vida de personas que hoy son símbolos de la cultura y el pasado de todos los mexicanos.
En primer lugar tenemos a las hermanas Campobello, Nellie y Gloria. Francisca Ernestina, nombre de pila de Nellie, nació el 7 de noviembre de 1900 en Villa Ocampo, Durango, pero en su infancia se trasladó a Parral, lugar donde experimentó la Revolución Mexicana. Su contexto que iba más allá de esta última ciudad se extendió en toda la región, dejándonos en sus libros narraciones de gran valor para entender lo que sucedía en ese momento.
Estas dos grandes promotoras del arte, durante su estancia en la Ciudad de México y mediante las relaciones que allí cimentaron, dieron oportunidad a que numerosas mujeres accedieran a la nueva dinámica cultural del periodo postrevolucionario, luchando por los derechos civiles y generando espacios de interacción.
Otro personaje que orgullosamente vincula a Ocampo con Parral es el general Francisco Villa que luego de abandonar las armas en julio de 1920, decidió retirarse a la ex hacienda de Canutillo localizada en el primero de los municipios. Instalado ahí, el Centauro del Norte formuló un proyecto de reactivación económica y social para el lugar, reorganizando el trabajo comunal, construyendo una escuela e invirtiendo en la actividad agrícola.
Camino Real de Tierra Adentro, Nellie y Gloria Campobello, y el general Francisco Villa son algunos de los elementos que unen a Ocampo y Parral en el ejercicio de su historia, en la identidad que comparten desde la época virreinal, cuya maduración es notoriamente visible también durante la primera mitad del siglo XX y donde la cultura es compartida, el epicentro de una profunda amistad y por consiguiente, natural hermanamiento.