“Al inicio de la pandemia, la maestra Lissete, al igual que miles de docentes en el país, se vio en la necesidad de modificar sus prácticas educativas y lo hizo con la implementación de cuadernillos de trabajo. Sin embargo, observó que los materiales que enviaba a sus estudiantes iban y regresaban de las casas de sus alumnos prácticamente sin contestar.
Pensó por ello que debía replantearse la manera en la que estaba trasmitiendo los conocimientos a los cerca de 160 estudiantes de origen indígena que atiende en las materias de ciencias: Física, Biología y Química”.
“No puedo seguir enseñando ciencia sin experimentar y mucho menos hacerlo solamente de manera hablada o escrita, sin que los jóvenes puedan manipular y experimentar”, reflexionó y esto la llevó a trasladar su sencillo laboratorio a la caja de su camioneta.
Con latas, botellas y mangueras adaptó un pequeño laboratorio en su vehículo tipo pickup.
La docente labora en la escuela Secundaria Técnica 85 en Norogachi, Guachochi y logró que sus alumnos tuvieran acceso a educación durante la actual contingencia al llevarles las clases debido a que no cuentan con televisión, teléfono o alguna forma de acceder a la misma
En cuanto a los alumnos que residen cerca de la escuela y tampoco cuentan con acceso, los citó semanalmente ara dar seguimiento a sus tareas y trabajos.
El trabajo que le otorgó el premio se titula: “La ciencia no es ciencia, sin experimentar”.
Su labor fue aplaudida nacional y localmente.