Durante su participación en la Cumbre Inmobiliaria InCON 2020, celebrada este 23 y continuada este 24 de septiembre, mediante el portal inmobiliario de eBay, Vivanuncios, el economista que como mandatario enfrentó la peor crisis económica -conocida como el Efecto Tequila-, consideró que el impacto real de este daño empresarial provocado por la pandemia se reflejará en el sector bancario, poniendo en alto riesgo a la economía nacional.
Para Zedillo, los apoyos para preservar a las empresas y los empleos pueden ser mediante beneficios fiscales, exentando cuotas sociales, lo cual podría implicar un gasto para el gobierno que se compensaría con ajustes al gasto público y reduciendo la inversión de proyectos de menor renta social.
“Así como recurrir a la deuda pública y hasta la adopción de impuestos a emisiones contaminantes”, propuso.
Fallo en sistema bancario sería un desastre
“Los gobiernos deben tomar en cuenta que, si no se evita una quiebra generalizada de empresas, la próxima presa de la crisis podría ser el sistema bancario. Si este llegara a fallar, la totalidad del sistema de pagos y, de hecho, toda la economía colapsaría irremediablemente”, advirtió el también profesor de la Universidad de Yale.
Se necesitará tiempo para evaluar los daños a las empresas y a los consumidores, así como para recuperar los niveles de gasto previo a la pandemia de Covid-19, añadió.
“Realmente no sabemos cuántas empresas y compañías que, aunque todavía existen, son, como se dice, empresas zombies, con poca o ninguna oportunidad de sobrevivir a mediano plazo. Con el tiempo, también habrá que saldar cuentas en el sector financiero, donde los problemas de la economía real terminan siempre enquistándose”, afirmó.
Consideró, asimismo que, a pesar de las medidas de apoyo canalizadas desde los bancos centrales, el riesgo de que el sector financiero sea afectado con gravedad aún persiste.
Deterioro de finanzas inevitable
“Incluso, si se evitarán los dolores de cabeza generalizados de las instituciones financieras, gracias a las acciones extraordinarias tomadas por los bancos centrales, la transición a balances más sólidos en las empresas y en la economía de los consumidores limitará la velocidad de la recuperación del consumo e inversión privada en todo el mundo”, indicó.
Comentó que, en el corto plazo, será inevitable el deterioro de las finanzas públicas y se aumentará la deuda, por lo que recomendó a los países, pues no se refirió a ninguno en particular, deberán tomar medidas para que el deterioro sea temporal y reversible, sobre todo en Latinoamérica, donde se han reportado las tasas más altas de contagios de SARS-CoV2 y muertes por covid-19.
“En circunstancias difíciles los objetivos políticos de corto plazo deben atemperarse y tener por encima de todo, el interés del país. Y estar absolutamente dispuestos a sacrificar el interés político o popularidad”, consideró.
En ese sentido, recordó abril de 1995 cuando debió tomar medidas para evitar el colapso financiero, en referencia al llamado “error de diciembre” de 1994 que fue la táctica de libre flotación del peso-dólar que provocó una fuga masiva de divisas y en marzo de 1995, ante el quiebre de miles de compañías, desempleo y deudores, activó el llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa creado en 1990, con el cual se rescató a los banqueros endeudados transformándolo en deuda pública.
“En abril del 95, la desaprobación del presidente era altísima y eso era muy lógico, habíamos tomado muy difíciles medidas de finanzas públicas, de contratación del gasto, de elevación de precios y tarifas, de reestructuración adicional de finanzas públicas, de entablar negociaciones y concluirlas muy rápido para tener recursos que frenaran la quiebra del país, nada de eso era popular. Ahora estoy aquí, gozando una comida con mi esposa y amigos, pero lo importante era en el 95 tomar las decisiones para que el país no se destruyera”, se justificó.