Otras 42 personas resultaron heridas y 12 vehículos quedaron destrozados, explicó el vocero del Ministerio del Interior, Nasrat Rahimi.
Los talibanes señalaron que atacaron a tres vehículos de “extranjeros” que intentaban ingresar a la custodiada zona de Shashdarak, donde las fuerzas de seguridad afganas tienen oficinas. La misión Apoyo Decidido de la OTAN tiene su sede cerca, y soldados británicos trabajaban en el lugar del ataque recogiendo lo que parecían ser los restos de un vehículo de la organización.
Ni la misión de la OTAN ni las autoridades británicas realizaron comentarios sobre el incidente de inmediato.
Imágenes ampliamente difundidas en las redes sociales mostraron como el coche del suicida giró hacia el puesto de control antes de estallar y a una persona corriendo para alejarse solo unos segundos antes de la explosión.
Una vez más, las víctimas fueron los sorprendidos civiles.
«No sé quién nos trajo al hospital ni cómo”, dijo uno de los heridos, Nezamuddin Khan, que quedó inconsciente y se despertó en un hospital.
El incidente siguió a otro atentado suicida talibán en la ciudad que causó al menos 16 muertos y más de 100 heridos, casi todos ellos civiles, el lunes. Un reportero de The Associated Press que hablaba por teléfono con la embajada estadounidense en el momento del incidente escuchó sirenas de fondo.
El enviado de Washington, Zalmay Khalilzad, visitó la capital afgana esta semana para informar a las autoridades sobre un pacto que, según señaló, solo necesita la aprobación del presidente Donald Trump para cerrar casi 18 años de conflicto.
El gobierno afgano volvió a expresar sus preocupaciones sobre el acuerdo. En declaraciones a reporteros, Waheed Omer, asesor del presidente afgano, advirtió sobre los complicados días que están por venir y dijo que el pacto avanzaba “a una velocidad excesiva”.
Los talibanes, que están en su mejor momento desde 2001, cuando fueron derrotados en la invasión liderada por Washington, quieren que los aproximadamente 20.000 soldados de EEUU y la OTAN abandonen el país de inmediato, mientras que la Casa Blanca prevé una retirada en fases que dependerán de que los insurgentes cumplan con ciertas condiciones como una rebaja de la violencia.
El gobierno de Kabul manifestó en la víspera que comparte las preocupaciones planteadas por varios exembajadores estadounidenses en el país. En un comunicado conjunto, los diplomáticos advirtieron que una retirada completa y rápida de las tropas estadounidenses sin que se cumplan las condiciones impuestas a los insurgentes podría derivar en una “guerra civil total”.
Khalilzad explicó que 5.000 soldados estadounidenses se retirarán de cinco bases en el país en un plazo de 135 días desde la firma del acuerdo. El destacamento de Washington en el país cuenta actualmente con entre 13.000 y 14.000 soldados.
Estados Unidos quiere también que los talibanes garanticen que no permitirán que Afganistán se convierta en un refugio seguro para que grupos extremistas como Al Qaeda y la filial local de Estados Islámico puedan lanzar ataques globales.