Kaylee era una estudiante ejemplar, miembro de la Sociedad Nacional de Honor, pero su vida cambió al abandonar la escuela a los 17 años para ahorrar dinero para la universidad, aparentemente en ese proceso, comenzó a rodearse de malas influencias y a experimentar con drogas más fuertes.
Días antes de ingresar a rehabilitación, Kaylee consumió una dosis elevada de metanfetaminas que la sumió en un estado de alucinación extremo.
Convencida de que debía sacrificarse para «salvar al mundo», caminó hacia una iglesia cercana y cometió el acto de autolesión.
Testigos presenciales acudieron en su ayuda y fue trasladada al hospital, pero los daños en sus ojos eran irreparables.