Familias migrantes, entre las que se encuentran niñas y niños, son atacadas a diario por los agentes de la Guardia Nacional de Texas, quienes disparan gas pimienta hacia México para obligarlas a retirarse de la frontera. 

Ayer, en menos de una hora, los estatales dispararon en tres ocasiones a quienes permanecían bajo los árboles que se encuentran en los límites de la frontera mexicana, provocándoles irritación en los ojos y garganta.

“Me cayó, me ardieron los ojos y empecé a toser, ya después me ardieron demasiado los ojos”, narró Marcus, de 11 años de edad, quien después de ocho meses de viaje desde Honduras el lunes 27 de mayo logró llegar al bordo del río Bravo con su mamá. 

Con los ojos irritados y el dolor de ver sufrir a su hijo, Claudia Gutiérrez, de 38 años de edad, dijo que Marcus estuvo a punto de convulsionarse después de haber sido atacado por la Guardia Nacional de Texas, mientras permanecía sentado en la ribera del río internacional. 

“Son muy groseros, honestamente no estamos haciendo nada malo, ni agrediéndolos a ellos para que ellos nos agredan a nosotros”, dijo la madre. 

Entre las personas que permanecían ayer a la altura del marcador internacional número 35, en la frontera de Ciudad Juárez con El Paso, se encontraban también decenas de extranjeros que la semana pasada quedaron días varados en el desierto de Jiménez, cuando el tren de carga en el que viajaban se detuvo. 

También agreden a fotoperiodista

Con un llamado a las organizaciones de derechos humanos, Danael, un migrante de origen venezolano de 30 años de edad, reclamó al Gobierno de Texas que entre las personas se encontraban niñas y niños pequeños, quienes permanecían en México y ni siquiera habían pisado el suelo estadounidense, el cual comienza a la mitad del río.

“Ellos, yo creo, que no pueden disparar a México, no pueden agredir ni a un mexicano que está en su país, como pasó con el periodista, no pueden agredirnos sólo por ser migrantes. Ser migrante no es un delito”, reclamó. 

Entre los migrantes se encontraba el fotoperiodista local Héctor Francisco Servín Romero, quien al darse cuenta de los disparos de gas pimienta le comenzó a gritar a uno de los soldados que él era “prensa”, pero dijo que la respuesta que recibió fue de burla y el militar continuó disparando. 

“Cuando me ve la Guardia Nacional me apunta a mí con la pistola y empieza a hacer algunos disparos. Me ve con la cámara y no me identifiqué, pero de todos modos siguió disparando, nada más me hacía señas de que hablaba mucho y que me fuera”, relató al sentir las burlas del militar mientras le disparaba. 

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