Eventos parcos, con muy poco contenido, que no sea alabar al gobierno federal o atacarlo, propuestas que se contraponen entre sí, pero que llevan el mismo sonsonete de siempre, salvo algunos visos de novedad, como en la canción de los cadetes en las campañas federales “todo sigue igual”.
Hace unos días le preguntaron a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, acerca de la influencia del Presidente AMLO en su campaña y en la toma de decisiones en su probable presidencia de la república, contestó refiriéndose a sus encargos anteriores, dijo sentirse independiente y que el “ciudadano Presidente Andres Manuel López Obrador” no ha estado atrás de ella diciéndole qué hacer, quizá sea cierto, pero, la preocupación no es que lo haya hecho antes, sino que los vicios de la actual administración sean transmitidos a la próxima, que esa continuidad no posea una autocrítica sana, no todo ha sido bueno y tampoco todo ha sido malo.
¿Podrá Sheinbaum darse cuenta que ella tiene capacidades distintas a las del presidente? Su fuerte no es la simpatía, tampoco tiene el instinto político que si tiene AMLO en el ejercicio del poder, sobre todo, en una presidencia de la república los defectos de los gobernantes se potencian, pero se contrarrestan con sus talentos, hasta ahorita el mayor de esos talentos en Claudia ha sido la disciplina y la obediencia, pero, al momento de estar en el cargo, ¿Que paradigma seguirá?, ¿Qué voces escuchará? Sobre todo cuando el político de Macuspana este allá en “La Chingada” su añorado “rancho”.
Cuantos de nosotros sabemos hasta el momento, quién es verdaderamente Sheinbaum, cuántos hemos recibido esa información en plena campaña, las ideas que promueve son propias o heredadas, etc…
Galvez, no da muestras de histrionismo, se nota forzada en sus spots, no es su fuerte lo planificado, lo preparado, más bien es una mujer extrovertida que no tiene mucha conciencia de como los demás la ven, ha acertado en muchas ocasiones, obviamente, pero no representa una oposición competente. La principal virtud de Xóchitl es ser ella misma, “hablar”, comunicar lo que piensa, de forma sencilla y a veces muy didáctica, sin embargo, esa misma sencillez la hace caer en la simpleza, es por ello que cuando debe hacer un “spot” o una participación donde es necesario leer, se nota incomoda, nerviosa, fuera de lugar.
De Alvarez Maynez, podemos decir muy poco, entendemos que entró al quite y que nunca tuvo que haber pasado por su cabeza el ser candidato presidencial, pero, podría estar haciendo un trabajo más decoroso, convertirse en la voz de la conciencia opositora y señalar los errores de manera contundente, tiene todo que ganar y muy poco que perder, aun así, incluso lo vemos menos brillante que Cuadri en su momento o Patricia Mercado. Movimiento Ciudadano, en su conjunto, está totalmente concentrado en el tema local, no sabemos si están calculando su poco porcentaje en las encuestas y que su nivel de influencia a nivel nacional podría verse mermado de manera muy importante.
En moda está un discurso de Cayetana Alvarez, diputada española, que nos ayuda a comparar una oposición inteligente con la que luce en México hoy por hoy, destacó en su participación en la Feria de las Ideas en Puebla, por un mensaje que señala al Presidente Andres Manuel y su gobierno, dijo que debemos tener cuidado con los “Burros de Troya de la Democracia”, aquellos que frente al público critican y se quejan de fraudes electorales, pero tras bambalinas compran votos, que dicen defender la democracia, pero en sus actos debilitan a los contrapesos institucionales y las autoridades electorales.
Instó a los jóvenes a movilizarse, a ser desafiantes ante los excesos del poder y señaló contundentemente la relación del poder político con el crimen organizado, dio pues una cátedra de lo que debiera ser el discurso opositor, con genialidad, claridad y sobre todo buena dicción e inteligencia.
Estamos en tiempos de definiciones, como lo dice el presidente, pero no de tomar a rajatabla un partido político o una simpatía por algún candidato, sino de concentrarnos en ver nuestra propia realidad. La oposición puede estar viendo sus últimos días de verdadera influencia, si no da paso a personas más aptas, con nuevas ideas, sin hegemonías de una clase de encumbrados que hieden a rancios, la ciudadanía confiará cada vez menos en ellos. El gobierno y quienes lleguen a él, sería bueno que comenzaran a ver sus errores y convirtieran su discurso en un mensaje más incluyente y menos radical, de otra forma su mismo tamaño y popularidad comenzaran a carcomerlo.