Después de recorrer miles de kilómetros durante semanas, incluso meses, en busca de una vida mejor, grupos de adultos y familias con menores de edad que dijeron provenir de Colombia, Honduras, Venezuela, Nicaragua y Cuba, cruzaron el río internacional y luego el cerco de púas instalado por la Guardia Nacional de Texas.
A diferencia de la semana pasada, ayer los militares permitieron llegar con la autoridad federal a quienes lograban cruzar los alambres. Esta vez no hubo gritos ni empujones en contra de los migrantes quienes arribaron a la frontera con la prisa de ingresar a Estados Unidos antes de que su gobierno endurezca las políticas migratorias.
Aunque se trata de un ingreso irregular, algunas personas cruzan la frontera con la esperanza de ser liberados en El Paso, sabiendo que corren el riesgo de ser deportadas directamente a sus países de origen o ser expulsadas a México; otras lo hacen engañadas por los traficantes de personas, quienes les hacen creer que al entregarse con los agentes federales podrán pedir asilo; y para otras es “la única opción” para no ser detenidas por los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en México.
“¿Aquí ya no nos detiene Migración?, ¿no cruza para acá?”, preguntó a gritos una mujer venezolana desde el otro lado del río, quien al enterarse que el cauce es la frontera natural entre México y Estados Unidos y ahí no pueden ser detenidos por las autoridades mexicanas, celebró junto a aplausos junto a sus compañeros de viaje.
“Es la única manera de llegar, hay mucha migración, los cárteles te secuestran, te quitan el dinero que cargas y con los niños es muy angustiante todo”, narró Deiry, de 26 años de edad, una venezolana quien después de dos meses de travesía ayer logró llegar a la frontera con su esposo y su hijo de tres años de edad.
Después de un camino “muy difícil”, de ser perseguida por las autoridades mexicanas y de haberse caído del tren antes de llegar a Juárez, la madre sudamericana pidió al presidente Biden una oportunidad para poderle dar un mejor futuro a su hijo.
“Presidente, necesitamos ayuda, en Cuba las cosas no son fáciles”, dijo una mujer cubana tras la noticia de que el presidente Biden está preparando un decreto que tiene como propósito impedir a los migrantes irregulares solicitar el asilo tras su llegada a Estados Unidos.
“Venimos desde Colombia, tenemos una semana viajando”, narró un grupo al caminar a la orilla del río Grande, frente a la puerta del muro fronterizo ubicada en el marcador internacional número 36.