A gritos y pateando las púas sobre ellos, agentes de la Guardia Nacional de Texas trataron de impedir ayer que decenas de migrantes cruzaran la frontera a través del Sector El Paso.

“¡Regrésate güey!”, le gritaba un militar a un migrante mexicano al patear los alambres con navajas en contra de su rostro, para que regresara a las orillas del bordo estadounidense, mientras que el resto de los migrantes le pedían que le dejara de pegar.

“¡ Está sangrando!”, “¡lo estás lastimando!” le gritaban al uniformado, quien portaba un arma larga, las familias provenientes de México, Venezuela y Nicaragua, quienes llegaron hasta el marcador internacional número 36, en muchos casos huyendo de la violencia que vivieron en sus comunidades, con el anhelo de poder darles un futuro mejor a sus hijos o con la esperanza de salvar su vida.

Frente a cuatro militares, el hombre siguió avanzando con la ayuda de otro migrante hasta que pudo ponerse de pie, para luego mostrar su rostro ensangrentado a los medios de comunicación que documentaban el momento desde el bordo mexicano, mientras dos agentes trataban de regresarlo.

Otro migrante, proveniente de Zacatecas, también logró cruzar el cerco de púas para mostrarle a los militares las heridas de bala que tenía en la mano izquierda, por lo que finalmente los dejaron continuar hasta llegar con los agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso, quienes se mantuvieron siempre alejados, procesando a quienes llegaban a la puerta del muro fronterizo.

Y es que después de hasta cinco horas de permanecer sentados entre el río Grande y el muro de alambre, el grupo de aproximadamente 30 personas, la mayoría mexicanos, intentaron cruzar el cerco frente a los militares.

“No los pueden detener, ellos no son migración, no les pueden pegar, corran, corran hasta el muro”, gritaba una mujer a tres madres que lograron cruzar el cerco de púas, pero una de ellas tuvo que regresar con su esposo, porque los militares le impidieron el paso.

Una agente de la Guardia Nacional de Texas le gritaba a una madre de familia que si no se regresaba de entre las púas no le iba a regresar a su hijo. Y entre el llanto de los niños, uno de los cuales les suplicaba que lo dejaran ingresar con su familia, los militares aventaban los alambres contra los migrantes con tubos metálicos.

Encendían fuego entre las púas

Tres mujeres adultas, una niña y un niño corrieron hasta otra cerca de alambre, en donde fueron encontrados por dos mujeres agentes, una de las cuales cargó a los dos menores sobre las púas para que no los atravesaran acostados, como lo habían hecho con el primer cerco. Y luego permitió cruzar a las mujeres, para que pudieran llegar hasta los agentes del Sector El Paso.

El resto, continuaron intentando burlar a los militares, quienes portaban armas largas y mantenía sus rostros cubiertos, mientras le gritaban a los migrantes, encendían fuego a la ropa enredada entre las púas y trataban de cubrir los “huecos” del cerco metálico pegando sus camionetas.

“Esto está muy difícil, nos vamos a regresar, no podemos cruzar con los niños así… los tratan muy feo”, dijo un mexicano proveniente de Zacatecas, quien llegó a Juárez huyendo de la violencia con su esposa y sus tres hijos de uno a siete años de edad, pero al ver el trato de los militares hacia los migrantes decidió pedir el apoyo de Grupo Beta para ser trasladados a un albergue.

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