Después de cruzar corriendo el bordo mexicano e ingresar a Estados Unidos a través del río internacional, como parte de un grupo de cinco personas, el hombre vestido con una sudadera roja, pantalón oscuro y un gorro blanco con rayas metió su cuerpo entre el cerco de alambre a la altura de la puerta ubicada en la Iniciativa de Seguridad Fronteriza (BIS) número 36, en donde fue interceptado por dos agentes con armas largas.
“No, no”, “vete de aquí”; “por aquí es ilegal”, “vete al puente”, le gritaba un militar, mientras el colombiano suplicaba que los dejara ingresar. Pero, al ver que no retrocedía, sino que por el contrario logró ponerse de pie del otro lado de la cerca, el militar bajó de su patrulla más alambre y con ayuda de dos agentes más que llegaron a apoyarlos, colocó más rollos de púas frente al migrante.
Rodeado de los rollos de púas que se le atoraban en la ropa, el hombre seguía suplicando que lo dejaran llegar hasta la “puerta 36”, mientras que dos mujeres más del grupo se acostaron también entre los alambres con la intención de atravesar el cerco, sin poder lograrlo.
A unos metros, otras 20 personas provenientes de Ecuador y Venezuela intentaban esconderse de la Guardia Nacional mientras hacían un “hueco” entre las púas para poder cruzar; en tanto que pequeños grupos arribaban hasta el marcador internacional, corriendo junto al muro fronterizo.
Ángel, un zacatecano de 32 años, llegó también hasta el bordo mexicano, jalando una maleta de ruedas y cargando dos mochilas más, junto a su hijo, Ángel Tadeo de dos años y medio.
Narró que en noviembre su esposa de 26 años fue desaparecida en su comunidad, por lo que él comenzó a buscarla, pero por temor de que también le hicieran daño a su hijo decidió huir a Estados Unidos a través de esta frontera, en donde permaneció tres días en el albergue temporal para migrantes antes de dirigirse al río.
“Todo me está saliendo mal”, se lamentó el padre al darse cuenta que sería difícil cruzar el cauce con sus maletas y su hijo, y que además existe un muro de alambre.
Y es que aunque el pasado 22 de enero la Corte Suprema de Estados Unidos concedió al Gobierno de Joe Biden cortar el alambre de púas colocado a lo largo de la frontera de Texas, los agentes de la Guardia Nacional de Texas han continuado reforzando la seguridad en El Paso.