De acuerdo con la Coordinación Nacional de Protección Civil, la karsticidad es el fenómeno que provoca que las rocas del subsuelo como el yeso, calizas y dolomías, al ser disueltas por agua, causen hundimientos de suelo o socavones y cuevas.
Ayer, durante la conferencia mañanera del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el jefe del Centro Coordinador de Operaciones (CCO) del Tren Maya, Blas Núñez Jordán, reconoció que 29.7 de los 43.3 kilómetros de ese tramo requirieron de la construcción de un viaducto elevado de concreto armado, justo sobre ese tipo de suelo.
«Se trata de una doble vía electrificada, desplantada sobre 29.7 kilómetros de estructura de viaducto elevado, de concreto, armado, de 12 a 5 metros de altura, sobre terreno natural, construido para soportar el peso del Tren, atenuando afectaciones sobre el suelo, con una presencia de alta karsticidad», expresó.
El integrante de la Dirección General de Ingenieros de Sedena informó que también la estación Puerto Morelos es edificada sobre el viaducto elevado y que, debido a las condiciones del suelo, la ejecución de obra es «desafiante».
«Además de la vía férrea, se construyó una estación de pasajeros de demanda media en Puerto Morelos, con la peculiaridad de ser edificada viaducto elevado», dijo.
«Para su construcción fue necesario realizar diversos estudios geológicos, geofísicos, geotécnicos, hidrológicos, campañas de geo exploración, además de un desafiante programa de ejecución de obra, coordinado con un minucioso programa de suministros estratégicos que permitió en 19 meses realizar actividades de planeo, proyecto y construcción».
Desde Palacio Nacional, el militar indicó que los otros 13.6 kilómetros de trayecto del Tramo 5 Norte se desplantan en una plataforma de terraplén, «en suelos de bajo compromiso kárstico».
En ese tramo, reforzado con losas de concreto y capas de geotextiles, la altura del Tren va de 3 a 8 metros, sobre el terreno natural.
De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), la karsticidad puede generar situaciones de riesgo para quienes habitan en esas zonas.
Un reporte revela que cerca del 20 por ciento del territorio nacional tiene ese tipo de suelo, incluida la península de Yucatán.
En el documento se advierte que, cuando se construye en esas zonas se pueden presentar fallas estructurales en vivienda e infraestructura, hundimientos lentos del terreno o, de manera súbita, se pueden registrar derrumbes repentinos de cavernas subterráneas con «gran poder destructivo».