Washington DC, Estados Unidos.- Con ensayos militares y amenazas más directas contra Surcorea y aliados, el líder de Pyongyang, Kim Jong Un, podría estarse preparando para una escalada en el conflicto en la región, según analistas. 

Corea del Norte disparó cientos de proyectiles de artillería en aguas cercanas a las islas fronterizas de Surcorea el 5 de enero. La semana pasada, subrayó que ya no consideraba al Sur como habitado por «compatriotas», sino como un «Estado hostil» al que sometería a través de una guerra nuclear. El viernes, apuntó que probó un dron nuclear submarino para ayudar a repeler las flotas de la Marina estadounidense.

Ese nuevo redoble de amenazas, mientras Washington y sus aliados han estado preocupados por las guerras en Ucrania y Medio Oriente, ha hecho que funcionarios y analistas extranjeros se pregunten si el líder del Norte, Kim Jong-un, ha ido más allá de las posturas y está planeando imponer más fuerza militar.

Durante décadas, una parte central del manual de estrategia de Corea del Norte ha sido organizar provocaciones militares cuidadosamente medidas y programadas: algunas destinadas a reforzar la disciplina interna, otras a exigir atención de sus vecinos y a Estados Unidos, o todo eso a la vez.

Pero para varios observadores cercanos de Norcorea, la última ronda de señales de Kim parece diferente.

Algunos lo toman como una pista de que el Norte se ha cansado de buscar un compromiso diplomático con Occidente, y unos plantean la posibilidad de que el país esté planeando un ataque repentino contra Corea del Sur.

Dos analistas veteranos de Norcorea, el ex funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, Robert Carlin, y el científico nuclear Siegfried Hecker, hicieron sonar la alarma la semana pasada en un artículo para el sitio web estadounidense 38 North, afirmando que Kim había terminado con meras amenazas.

«Kim Jong-un ha tomado la decisión estratégica de ir a la guerra», escribieron.

Los analistas coinciden en general en que Corea del Norte ha estado cambiando su postura en los últimos años, obligada por una acumulación de problemas internos, incluida una economía moribunda y escasez de alimentos y petróleo, y frustraciones en su diplomacia externa, como el fracaso de Kim en lograr poner fin a las sanciones internacionales a través de la diplomacia directa con el ex Presidente Donald Trump.

Y la mayoría está de acuerdo en que la reciente cercanía del Norte con Rusia, incluido el suministro de proyectiles de artillería y misiles para su uso en la guerra de Rusia en Ucrania, cambiará las reglas del juego de alguna manera.

Pero todavía hay un marcado desacuerdo sobre hacia dónde podría conducir el nuevo rumbo de Kim.

Muchos dicen que el objetivo final de Kim no es una guerra con Corea del Sur, un aliado de Estados Unidos en un tratado, sino la aceptación por parte de Washington de su país como potencia nuclear impulsando conversaciones sobre reducción de armamentos.

«Los norcoreanos no iniciarán una guerra a menos que decidan adoptar tendencias suicidas. Saben muy bien que no pueden ganar la guerra», dijo Park Won-gon, experto en Corea del Norte de la Universidad Ewha Womans de Seúl.

«Pero les encantaría que sus enemigos creyeran que podrían hacerlo, porque eso podría conducir a compromisos y posibles concesiones, como el alivio de las sanciones».

Los analistas en China, el aliado más vital de Corea del Norte, también se mostraron profundamente escépticos de que Kim iría a la guerra a menos que el Norte fuera atacado.

Otros señalaron que Corea del Norte podría imponerse militarmente, incluso mediante ataques convencionales más pequeños y pruebas de armas más audaces, sin desencadenar necesariamente una respuesta letal.

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