La condición de pobreza extrema que existen en la región serrana del estado de Chihuahua, ha originado un incremento en la inmigración de familias de pueblos originarios a las zonas urbanas, en donde contrario a garantizar una calidad de vida, se ven afectados por su ingreso a las adicciones, principalmente al alcoholismo.

El párroco de Creel, municipio de Bocoyna, Joel Cruz González, dijo ser testigo por más de 40 años de las condiciones precarias en las que viven los indígenas por la falta de oportunidades de educación, empleo y alimentación, lo que año tras año los obliga a ir a las ciudades en busca de oportunidades.

“Principalmente es la falta de alimento y de condiciones de trabajo digno y remunerado por lo que la gente tiene que inmigrar a ciudades grandes como Cuauhtémoc, Chihuahua Juárez, Parral y Delicias para trabajar, pero a pesar de amar su tierra, algunos regresan y otros se quedan en la zona urbana en donde sufren más que en su lugar de origen”, expresó el presbítero.

Dijo que la sequía del año 2023 fue factor de un aumento considerable de familias que se vieron obligadas a acudir a las ciudades en busca de una mejor vida para sus hijos, señalando que, en muchos de los casos, los hombres y las mujeres cae en las garras de los vicios, esto con el fin de salir de la realidad que los aqueja al tener hambre.

Sin embargo, el religioso refirió que aún las condiciones en la sierra no son tan precarias al existir zonas que lograron obtener una pequeña producción de alimentos como el maíz y hortalizas, por lo que se estima que lo pero sean a partir de la temporada de primavera, que es donde escasean más los alimentos.

“Es una etapa de riesgos, y también es vivir otro mundo muy distinto a las maneras que ellos tienen de vivir en su cultura, en su pueblo, porque tienen que enfrentarse a la gran urbe para comenzar”, declaró Joel Cruz en lo referente a la inmigración de familias de pueblos originarios.

A pesar del apoyo que las comunidades serranas reciben tanto del gobierno como de organismos altruistas, estos no son suficientes para mitigar las necesidades de los indígenas, sobre todo de aquellos que habitan en zonas recónditas de la sierra Tarahumara, en donde carecen de lo esencial, como alimento y atención a la salud.

El párroco aseveró que otro infierno que se vive en la región serrana, es el daño severo al ecosistema por la tala inmoderada del bosque, así como la contaminación de los cuerpos de agua por los desechos de compañías mineras, lo que se suma a problemas de salud de los pobladores.

Con información de: El Heraldo de Chihuahua

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