La última vez que San Francisco visitó Filadelfia, una lesión en el codo del quarterback Brock Purdy convirtió la Final de la Conferencia Nacional de la temporada pasada en el ejemplo perfecto del: «¿qué hubiera pasado?».

Diez meses después, y muy lejos de definir un boleto al Super Bowl, el mundo de la NFL finalmente tendrá una respuesta cuando Purdy y los 49ers viajen a Filadelfia para tratar de resolver cuentas pendientes y, de paso, añadirle un nuevo ingrediente a una incipiente pero intensa rivalidad.

El receptor de San Francisco, Deebo Samuel, dijo que los Eagles eran «el rival que más odiaba». Su compañero, Brandon Ayiuk, aseguró que Filadelfia fue «sumamente afortunado».

Los 49ers se quedaron con el sabor amargo en la boca, pues Filadelfia se llevó el triunfo por 31-7 y el pase al Super Bowl.

Con marca de 10-1 por segundo año consecutivo y dos triunfos en fila, después de estar abajo por 10 puntos al medio tiempo, el quarterback Jalen Hurts y los Eagles llegan al partido habiendo puesto a prueba su tenacidad y experiencia, para ratificar sus credenciales como el rival a vencer en la Conferencia Nacional.

«El año pasado quedó atrás. Ellos no fueron campeones. Al final del año los dos terminamos tristes», dijo el defensivo de San Francisco, Nick Bosa.

Bosa tomó la vía política. Su colega de Filadelfia, Haason Reddick, no fue tan diplomático, al asegurar que «el año pasado hubo mucho lloriqueo».

No importa lo que digan, el de hoy no es un partido cualquiera en Filadelfia, porque permitirá que la afición responda a aquella pregunta: «¿qué hubiera pasado?».

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