Eran poco más de una docena de jóvenes venezolanos menores de 23 años, así como algunos infantes, quienes expresaron su deseo de cruzar la frontera rumbo a Estados Unidos para poder tener una mejor calidad de vida y ayudar a sus familias, ya que la situación en su país es crítica, razón por la que desde hace algunos meses se aventuraron en la travesía.
Luis García, joven migrante de 22 años, quien dejó su familia en su tierra natal y con una pequeña hija, lamentó que el viaje sea tan peligroso al pasar por varios países en donde el peligro está latente, pero más por el constante temor de ser abordados por miembros de cárteles del crimen organizado, debido a que saben de historias de desapariciones, robos, asesinatos, abusos.
Aunque reconoció que la gente en México es muy amable y suele tratarlos bien, procurar bienestar y apoyarlos con comida o algo de efectivo, las autoridades del Gobierno Federal son las que llegan a tratarlos de manera inhumana, al llevarlos en camiones para dejarlos en zonas desérticas y deben caminar constantemente para llegar a un pueblo y comprar mínimo algo de comida y hospedarse para asearse.
Además, comentaron que en muchas estaciones de autobuses no les quieren vender pasajes, les piden pasaporte sellado con el pretexto de que las autoridades les prohibieron dejarlos trasbordar, así que cada vez es más difícil.
“Con la ayuda de Dios y juntos, esperamos que todo salga bien y que estos dos meses que llevamos lejos, tenga el fruto, poder trabajar. Yo estoy haciendo esto por mi hija, por mi familia y creo que todos tenemos un fin en común”, platicó el venezolano.
Hicieron hincapié en que ellos no vienen a pedir dinero, sino a trabajar, a hacer lo mejor para su gente y solo piden que dejen ir, ser respetados y no ser víctimas de abuso.