El alcoholismo ha registrado un alarmante repunte en mujeres en los últimos años, además de iniciar a edades cada vez más tempranas en el consumo tanto de hombres como de mujeres.
En los últimos años ha habido un creciente interés en comprender y abordar el aumento del alcoholismo en diversas comunidades a nivel global. Este fenómeno preocupante ha captado la atención de profesionales de la salud, investigadores y responsables de políticas públicas, debido a sus consecuencias negativas para la salud individual y la sociedad en su conjunto.
Históricamente, el alcoholismo se ha asociado con mayor frecuencia al género masculino; sin embargo, en las últimas décadas se ha observado un incremento en las tasas de consumo problemático de alcohol entre las mujeres. Esta tendencia puede estar relacionada con cambios en los roles de género, presiones sociales, estrés, así como la representación mediática y cultural del consumo de alcohol.

Según datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, a nivel nacional el consumo de alcohol se presenta de esta forma: el 2.5% de hombres y 2.9% de las mujeres consumen alcohol diariamente. En el consumo consuetudinario es de 4.4% en hombres y 3.9% en las mujeres.
Por otro lado la dependencia al alcohol se presenta en 0.9% de la población masculina y 0.7% en población femenina en el rango de edad de 12 a 17 años.

El 61.5% de los hombres inicia el consumo de alcohol a los 17 años y menos y el 36.5% de los 18 a los 25 años y sólo un 2.0% de los 26 a los 65 años. Mientras que las mujeres del 17 años y menos son un 43.1%, de 18 a 25 años 47.1% y finalmente de 26 a 65 años representan el 9.8%.

El rango de mayor consumo en la población de 12 a 65 años a nivel nacional es 18 a 29 años con 11.827 litros en hombres y 3.468 en mujeres. El consumo se define como la cantidad de alcohol puro en litros, por habitante de 15 a 65 años e incluye el consumo de cerveza, derivados, bebidas preparadas y vino de mesa.

El incremento del alcoholismo tanto en hombres como en mujeres es un problema que requiere atención y acciones inmediatas. Al abordar este problema desde una perspectiva de género y mediante la colaboración entre profesionales de la salud y expertos en adicciones, es posible reducir los riesgos asociados y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

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