Moscú, Rusia.- Cuando Iván Rossomakhin regresó hace tres meses a su pueblo en Rusia, luego de luchar en la guerra de Ucrania, sus vecinos reaccionaron aterrorizados.

Hace tres años, Rossomakhin fue declarado culpable de asesinato y condenado a una larga pena de prisión, pero quedó en libertad tras ofrecerse como voluntario para luchar con la empresa militar privada rusa Grupo Wagner.

De vuelta en Novy Burets, Rossomakhin deambulaba borracho por las calles de la aldea, a 800 kilómetros al este de Moscú, portando una horca y amenazando con matar a todos, relataron los residentes.

A pesar de las promesas de la Policía de vigilar al ex recluso de 28 años, Rossomakhin fue arrestado en un pueblo cercano, acusado de haber matado a puñaladas a una anciana que una vez le alquiló una habitación.

Según informes en los medios locales, él confesó haber cometido el crimen, menos de 10 días después de su regreso de Ucrania. El caso de Rossomakhin no es aislado.

The Associated Press encontró al menos otros siete casos en los últimos meses en los que los convictos reclutados por Wagner fueron identificados como involucrados en crímenes violentos, ya sea por informes de los medios rusos o en entrevistas con familiares de víctimas en lugares desde Kaliningrado en el oeste hasta Siberia en el este.

Rusia ha hecho todo lo posible para reponer sus soldados abatidos en Ucrania, como con el despliegue de mercenarios de Grupo Wagner allí.

Eso ha tenido consecuencias de largo alcance, como fue evidente este fin de semana, cuando el líder del grupo mercenario ordenó que su Ejército privado marchara hacia Moscú en una rebelión de corta duración. Otro ha sido el uso de ex convictos en batalla.

El Ministerio de Defensa británico advirtió en marzo sobre las posibles consecuencias de esa estrategia, al afirmar que «la afluencia repentina de delincuentes a menudo violentos con experiencia de combate reciente y a menudo traumática probablemente presentará un desafío importante para la sociedad rusa en tiempos de guerra» cuando finalice su servicio en el frente de batalla.

El propietario de Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, aseguró haber reclutado a 50 mil ex convictos para llevarlos a Ucrania, un cálculo similar al realizado por Olga Romanova, directora del grupo de derechos de los presos Russia Behind Bars (Rusia tras las rejas).

Oficiales militares occidentales dicen que los convictos formaron la mayor parte de la fuerza de Wagner en Ucrania.

Unos 32 mil han regresado desde Ucrania, dijo Prigozhin la semana pasada, antes de su fallida rebelión contra el Ministerio de Defensa. Romanova estimó que eran unos 15 mil a principios de junio.

A los prisioneros que aceptaron unirse a Wagner se les prometió quedar en libertad después de su servicio, y el Presidente Vladímir Putin confirmó recientemente que estaba «firmando decretos de indulto» para los exconvictos que estaban luchando en Ucrania. Esos decretos no se han hecho públicos.

Putin aseguró recientemente que las tasas de reincidencia entre los liberados de prisión por servir en Ucrania son mucho más bajas que las del promedio en Rusia, pero los defensores de los derechos dicen que no son necesariamente infundados los temores de que esas tasas aumenten a medida que más ex convictos regresan de la guerra.

«Esta gente crea una ausencia completa de vínculos entre el crimen y el castigo, entre un acto y sus consecuencias», declaró Romanova. «Y no sólo los convictos lo ven. La gente en libertad lo ve también: que puedes hacer algo terrible, ser reclutado para la guerra y convertirte en un héroe».

Rossomakhin no fue visto como un valiente cuando regresó de luchar en Ucrania, sino como una «persona extremadamente inquieta y problemática», dijo la Policía durante una reunión con los residentes temerosos de Novy Burets y que fue grabada por un locutor local antes de que Yulia Buyskikh, de 85 años, fuera asesinada.

En cierto momento, incluso fue arrestado por meterse a un automóvil sin permiso y estuvo retenido durante cinco días antes de que la Policía lo liberara el 27 de marzo. Dos días después, la anciana fue asesinada.

«Ella lo conocía y le abrió la puerta, cuando él vino a matarla», escribió su nieta, Anna Pekareva, en Facebook. «Cada familia en Rusia debe tener miedo de tales visitantes».

Otros incidentes con ex convictos incluyeron el robo de una tienda, donde un hombre sujetó a una vendedora a punta de cuchillo; el robo de un automóvil por parte de tres ex convictos que golpearon al propietario del vehículo; un ataque sexual a dos colegialas; y otros dos asesinatos además del de Novy Burets.

En Kaliningrado, un hombre fue arrestado por agredir sexualmente a una niña de ocho años después de separarla de su madre, según informes en los medios locales y uno de los familiares de la niña.

El hombre se acercó a la madre y se jactó de su tiempo en prisión y de su servicio para Wagner en Ucrania, según el pariente, que habló con AP bajo condición de anonimato por motivos de seguridad. «¿Cuántos más de ellos volverán pronto?», se preguntó el familiar.

Como parte de su reclutamiento, Wagner solía ofrecer a los convictos contratos de seis meses, según informes de los medios y de grupos de derechos humanos.

Luego podrían regresar a casa, a diferencia de los soldados regulares, que no pueden rescindir sus contratos y dejar el servicio mientras siga vigente el decreto de Putin para la movilización de tropas. Sin embargo, no quedó claro de momento si estos términos se cumplirán después del fallido amotinamiento de Prigozhin.

Prigozhin, que también es un exconvicto, reconoció recientemente que algunos reincidentes fueron combatientes de Wagner, como Rossomakhin en Novy Burets y un hombre arrestado en Novosibirsk por agredir sexualmente a dos niñas.

Pero Putin dijo recientemente que la tasa de reincidencia «es 10 veces menor» entre los exconvictos que fueron a Ucrania que entre los exconvictos en general. «Las consecuencias negativas son mínimas», agregó.

Todavía no hay suficientes datos para evaluar las consecuencias, según un experto ruso en criminología que habló bajo condición de anonimato por motivos de seguridad.

Los incidentes de este año «se ajustan al patrón de comportamiento de un reincidente», y existe la posibilidad de que esos exconvictos hayan cometido delitos nuevamente al ser liberados, incluso si no hubieran sido reclutados por Wagner, afirmó el experto.

Pero no hay razón para esperar un aumento explosivo en la delincuencia, porque un número significativo de ex convictos probablemente pueda abstenerse de infringir la ley por algún tiempo, especialmente si Grupo Wagner les pagó bien, añadió el experto.

El experto dijo esperar que las tasas de delincuencia aumenten después de la guerra, pero no necesariamente debido a los ex convictos. Es algo que suele ocurrir después de los conflictos, aseguró.

La Unión Soviética envió a 1.2 millones de ex convictos a luchar en la Segunda Guerra Mundial, según un documento de investigación de 2020 del servicio penitenciario estatal de Rusia.

El servicio no precisó cuántos regresaron a sus casas, pero el experto en criminología dijo a la AP que un «número significativo» terminó tras las rejas nuevamente, después de cometer nuevos delitos durante años.

Romanova, de Russia Behind Bars, dice que ha habido muchos episodios preocupantes que han involucrado a ex convictos que regresan a la vida civil después de una temporada en Ucrania.

Cree que muchos de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la justicia, que dedicaron tiempo y recursos a enjuiciar a estos delincuentes, pueden sentirse frustrados al ver a muchos de ellos en libertad sin haber cumplido totalmente sus condenas. «Ven que su trabajo no es necesario», agrega Romanova.

Algunos convictos que son sorprendidos cometiendo delitos tras regresar a casa a veces intentan torcer las cosas, acusando a la Policía de tratar de desprestigiar a quienes lucharon en Ucrania, lo que ahora es un delito grave en Rusia, explicó.

A la pregunta de si eso está amilanando a las fuerzas del orden, Romanova respondió: «Por supuesto. Un fiscal no quiere ir 15 años a la cárcel».

Yana Gelmel, una abogada y defensora de los derechos humanos que también trabaja con ex convictos, señaló en una entrevista que quienes regresan de Ucrania a menudo actúan con bravuconería y fanfarronería, exigiendo un trato especial por haber «defendido la patria».

Ella hace hincapié en lo sombrío de las prisiones de Rusia, donde se vive una violencia desenfrenada e incesante, un aislamiento extremo, una sumisión constante a los guardias y una estricta jerarquía entre los reclusos. Para los presos en esas condiciones, «¿cuál sería su estado mental?», preguntó Gelmel.

A eso hay que agregar el trauma de ser arrojado a la batalla, especialmente en lugares como Bakhmut, al este de Ucrania, el sitio más largo y sangriento del conflicto, donde las fuerzas de Wagner murieron por miles.

«Imagínese: alguien fue a la guerra. Si sobrevivió, fue testigo de muchas cosas allí ¿En qué estado regresará?», añadió.

Mientras tanto, aparentemente continúa el reclutamiento de prisioneros para que combatan en Ucrania, pero no por parte de Wagner, dicen los grupos defensores de los derechos humanos. El Ministerio de Defensa busca ahora voluntarios allí y les ofrece contratos.

Romanova señaló que el ministerio había reclutado a casi 15 mil convictos hasta junio, pero las autoridades no respondieron a una solicitud de comentarios.

A diferencia de Grupo Wagner, el Ministerio de Defensa pronto tendrá bases legales: el Parlamento aprobó rápidamente las iniciativas de ley que permitieran reclutar a los convictos mediante contrato, que Putin promulgó la semana pasada.

Y, a diferencia de Wagner, el ministerio ofrece contratos de 18 meses, pero a muchos de estos nuevos reclutas no se les ha dado nada para firmar, y terminan en una posición precaria, alertó Romanova.

El entusiasmo de los reclusos por servir no ha disminuido, añadió, incluso después de que miles de ex convictos murieran en el campo de batalla.

La ruleta rusa es nuestro juego favorito», añadió Romanova, con un tono de gravedad. «Es el entretenimiento nacional».  

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