Luego de negociaciones con el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, el líder de los mercenarios rusos puso fin al intento de rebelión donde habían tomado el control de dos ciudades y tras derribar por lo menos siete aeronaves del Ejército ruso.
A través de su cuenta oficial de Telegram, Yevgueni Prigozhin ordenó el “alto” a los movimientos de las columnas del Grupo Wagner para regresar a sus posiciones y bases.
Aseguró que quiere evitar “derramamiento de sangre”, al detener su avance cuando ya estaban camino a Moscú, la capital de Rusia.
Declaró Prigozhin:
«Hemos marchado sin derramar una gota de sangre. Ahora, ha llegado el momento en que la sangre puede derramarse. Es por eso que, entendiendo la responsabilidad de derramar sangre rusa en cualquiera de los lados, estamos haciendo retroceder nuestros convoys y regresando a los campamentos de acuerdo con el plan».
Aceptó Prigozhin iniciar negociaciones. Analistas en materia de seguridad internacional cercanos a lo que ocurre en Ucrania y recientemente en Rusia, mencionan que posiblemente no tenía un plan de cómo actuar una vez que llegaran a la región de Moscú, lo que hubiera resultado en muchas muertes.
Durante el intento de rebelión, el Grupo Wagner tomó el control de Vorónezh y Rostov de Don, al sur de Rusia.
Tuvieron enfrentamientos aislados en unas zonas en contra de miliares del Ejército de Rusia, lo cual resultó en el derribo de siete aeronaves de la Fuerza Aérea, según primeras estimaciones.
Vladimi Putin, presidente de Rusia, advirtió que pagarían las consecuencias los autores del intento de insurrección.