Los investigadores creen que el hombre armado estaba disparando su rifle semiautomático AR-15 en un patio vecino cuando las víctimas le pidieron que parara ya que estaban tratando de dormir a un bebé, según medios estadounidenses.
El Sheriff del condado de San Jacinto, Greg Capers, describió una escena terrible cuando los agentes ingresaron a la residencia tras recibir una llamada sobre «acoso» alrededor de las 23H30 del viernes (05H30 GMT del sábado).
Las víctimas, que tenían entre ocho y 40 años, habían sido esparcidas desde la puerta de entrada a través de la casa hasta un dormitorio interior, donde dos de ellas -ambas mujeres- fueron encontradas encima de dos niños que sobrevivieron a la masacre.
«En mi opinión, en realidad estaban tratando de proteger a los bebés y mantenerlos con vida», dijo Capers a la emisora KTRK.
Todas las víctimas habían recibido disparos «desde el cuello hacia arriba, casi estilo ejecución, básicamente en la cabeza», agregó.
El sospechoso «había estado bebiendo y dijo: ‘Haré lo que quiera en mi patio delantero'», explicó Capers a KTRK.
«Todas las víctimas eran de Honduras», informó a los periodistas, y agregó que había 10 personas en la casa en ese momento.
La oficina del Sheriff informó más tarde en su página de Facebook que se creía que el tirador había abandonado el condado.
Las autoridades pidieron a los residentes permanecer dentro de sus casas hasta que el hombre fuera detenido.