Trascendió que Lucha llevaba semanas en estado delicado de Salud derivado de un cáncer con el que luchaba tiempo atrás.
Lucha Villa tenía un complejo con su complexión física. Medía 1.75, que para el promedio mexicano la hacía una mujer usualmente más alta que sus compañeros de escena, no solo le valió ganarse el afectuoso apodo de «La grandota de Camargo», también le generó una inseguridad que fue creciendo y a la larga la llevó a tener una dismorfia sobre su propio cuerpo, que buscó remediar mediante la cirugía estética, lo que ella consideraba defectos físicos (sus caderas, su cintura, su peso y hasta su estatura).
Esto la llevó a someterse a un procedimiento estético en 1997 que terminó en un estado de coma por dos semanas y le dejó secuelas irreversibles, por lo que tuvo que mantenerse alejada de los escenarios.
La fatal operación tuvo lugar el 14 de agosto de 1997, y le fue practicada en Monterrey. Encabezó la intervención el cirujano plástico Eugenio Pacceli, quien fue objeto de la querella legal que interpusieron los tres hijos de Lucha: Rosa Elena, Carlos Alberto y María José, a raíz de esta mala praxis.
Según reportaron medios de la época, durante el procedimiento de liposucción, la paciente cayó en paro cardiorrespiratorio y la anestesióloga procedió a aplicar maniobras, pero se presentó asistolia y el corazón comenzó a fibrilar; la artista fue llevada al Hospital Muguerza de la capital de Nuevo León y al ser admitida en urgencias se indicó que su cerebro había durado menos de dos minutos sin oxígeno, lo que después fue debatidopor los médicos que le salvaron la vida, quienes dijeron que dado el daño al córtex del cerebro, la intérprete había pasado más de cinco minutos sin irrigación sanguínea en sus neuroconductores.
Al cabo de nueve días del incidente, el doctor Pacceli aceptó hablar con los medios de comunicación que se agolpaban en la clínica de Monterrey, para conocer el estado de salud de Lucha y cómo ocurrieron los hechos. Categóricamente el galeno rechazó que su clínica careciera del equipo necesario para realizar el procedimiento, de paso aceptando ser el único responsable del percance.
Nacida un 30 de Noviembre de 1936, la camarguense formó una amplia y fructífera trayectoria artística por convertirse en una gran interprete de la música vernácula, una de las más grandes que haya dado Mexico.
Además de cantar — su primera grabación fue en 1961, ‘La media vuelta’, que años más tarde regrabó Luis Miguel— y tener temas inolvidables de grandes compositores, como Juan Gabriel, ‘Ferrusquilla’, José Alfredo Jiménez o Rubén Fuentes, como ‘No discutamos’, ‘A medias de la noche’, ‘Amanecí otra vez’, ‘Qué bonito amor’, ‘Tú a mí no me hundes’ ‘De parte de quién’ y ‘Cielo rojo‘, entre otras, que la hicieron una favorita en la radio y tener un gran seguimiento que la acompaña, incluso ahora que lleva casi veinticinco años retirada.
Por otra parte, Lucha además fue una gran estrella de cine y por mérito propio, trabajando con grandes directores como Roberto Gavaldón o Luis Alcoriza, que en 1972 la llevó a ganar el Ariel como mejor actriz por su trabajo en el clásico filme ‘Mecánica Nacional‘ en el que representaba, al lado del gran Manolo Fábregas a una abnegada madre de familia y esposa de un mecánico machista e ignorante que la humilla.
Su segundo Ariel le vino en 1978 por ‘El lugar sin límites‘, de Arturo Ripstein, en la que interpretó a ‘La japonesa’, como una madameque se hace de la vieja casa que le alquila como burdel al cacique del pueblo (Fernando Soler) al ganarle la apuesta de llevarse a la cama a ‘La Manuela’, el travesti homosexual personificado por Roberto Cobo ‘Calambres’, ambos en las mejores actuaciones de su vida.
Sus últimos dos filmes relevantes datan de 1993; la insólita ‘Encuentro inesperado‘ dirigida por Jaime Humberto Hermosillodonde interpreta a una diva de la canción que es cuestionada por su mucama (una formidable María Rojo), que puede o no ser su hija ilegítima; y ese mismo año se estrena la aclamada ‘Lolo’, de Francisco Athié, donde encarna a la miserable pepenadora doña Rosario, un personaje que no tenía nada qué ver con su glamour personal, ganándose el premio de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE) como mejor actriz de reparto.
Hoy la estrella radiante de Lucha Villa está apagada, pero su legado musical y sus inenarrables interpretaciones aún permanecen como testimonio de su paso por la cultura mexicana, donde dejó una huella indeleble que caló muy hondo, como honda fue su inconfundible voz.