Las autoridades de Estados Unidos encontraron a García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México de 2006 a 2012, culpable por cinco cargos relacionados al tráfico de cocaína en alianza con el Cártel de Sinaloa y otros.
Horas después de lo anterior, a través de redes sociales, el expresidente de México publicó la siguiente carta:
«Se ha dictado el veredicto en el caso del ingeniero García Luna. Al respecto me permito manifestar lo siguiente:
Soy un hombre de leyes y respeto las resoluciones de los tribunales que actúan conforme a Derecho; en mi desempeño como Presidente de México y durante toda mi vida he estado siempre del lado de la justicia y de la ley y siempre estaré del lado de las víctimas.
Esa resolución no demerita la lucha valiente de miles de policías, soldados, marinos, fiscales, jueces y servidores públicos de bien que defendieron a las familias mexicanas de la delincuencia.
Desde ahora, en un entorno de polarización y hostigamiento, la decisión está siendo ya usada políticamente para atacarme, especialmente por quienes cuestionaron la decisión de mi gobierno de actuar en contra de la delincuencia.
Sin embargo, estos son los hechos:
Como Presidente de México luché con toda determinación en contra de la delincuencia, con la ley en la mano, sin dar tregua ni hacer distinción entre grupos. Jamás negocié ni pacté con criminales. Jamás usé la investidura presidencial para abogar por sus intereses.
Yo sí hice cumplir la Constitución y la ley. Defendí a las familias mexicanas con toda la fuerza del Estado y lo volvería a hacer, porque es lo correcto.
He sido el Presidente que más ha actuado en contra de la delincuencia organizada. Luché para construir un auténtico Estado de Derecho, sin el cual no hay libertad, justicia ni desarrollo.
Combatí a todos los que amenazaban a México, incluyendo, por supuesto, al llamado Cártel del Pacífico. Prueba de ello es que los delincuentes confesos que han sido utilizados como testigos, fueron también en su mayoría, perseguidos, detenidos y extraditados por mi gobierno.
Gracias a que enfrentamos a la delincuencia y a todos los cárteles, el crimen se iba debilitando y el Estado se estaba fortaleciendo. Recuperamos territorios que estaban bajo control criminal y se detuvieron delincuentes de todas las organizaciones. Los decomisos de armas, drogas y dinero alcanzaron cifras sin precedentes.
La política de seguridad dio resultados, no sólo en los casos más emblemáticos, sino a nivel nacional, los principales indicadores de criminalidad iban a la baja al terminar mi gobierno y esa tendencia se prolongó algunos años más.
La lucha por la seguridad de los mexicanos no era responsabilidad de una persona. Fue un esfuerzo de miles de soldados, marinos, policías, ministerios públicos, mujeres y hombres que arriestaron -y en muchos casos, perdieron la vida- por defender a las familias mexicanas. A ellas y ellos y a los familiares de los caídos les digo hoy que nunca ducen, porque la ruta que trazamos fue la correcta: luchar con valor contra los criminales, apostar por la construcción de instituciones civiles de seguridad y proteger a las víctimas.
Con la información disponible, tomé las medidas de debida diligencia en la integración y operación del equipo de gobierno. También conté con el apoyo y reconocimiento de instancias del gobierno de Estados Unidos, en el marco de las iniciativas de cooperación en materia de seguridad y siempre con respeto a nuestras leyes y a la soberanía nacional.
Llamo a los mexicanos a no distraerse de lo fundamental: hoy mismo, las familias sufren todos los días la extorsión, el robo, la violencia y la impunidad de los criminales. Por eso, el Estado debe usar su poder para luchar contra la delincuencia y no para hacer un uso faccioso de la justicia e intimidar a críticos y opositores».