Las tareas de rescate estaban concentradas en el extenso municipio de Sao Sebastiao, un destino playero ubicado a unos 200 km de la ciudad de Sao Paulo (sureste) y que sufrió lluvias «récord».
Lula, que pasaba unos días de asueto en Bahía (noreste), viajó al lugar para sobrevolar la zona del desastre donde deslizamientos de tierra arrasaron al menos unas 50 casas, según un video oficial.
Desde la aeronave eran visibles ríos de agua enlodada cubriendo casas cerca de las playas.
El Presidente izquierdista, de 77 años, que asumió el poder por tercera vez el 1 de enero, se reunió luego con las autoridades regionales y locales.
Es importante que «no construyamos casas en un lugar que pueda ser escenario de otras lluvias, donde otras personas puedan morir en un deslizamiento de tierra», dijo ante los medios, tocando el problema del urbanismo improvisado en el país.
En Brasil 9.5 millones de personas viven en áreas de riesgo por deslizamiento o inundación, muchas de ellas en favelas, según el estatal Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden).
Pero también subrayó que la cooperación entre las autoridades de Gobierno, de diferentes partidos, era una «buena fotografía» para Brasil, que sigue bajo un crispado clima político luego de unas elecciones presidenciales polarizadas y el ataque el 8 de enero a las sedes de los poderes por seguidores del ex mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.
En Sao Sebastiao, en cuyas playas muchos paulistas pasaban el feriado de carnaval, cayeron más de 600 mm de lluvia en 24 horas, más del doble de lo esperado para el mes, según las autoridades.
El Gobierno de Sao Paulo informó que las precipitaciones en el litoral paulista marcaron el mayor acumulado en la historia de Brasil y una de las «mayores tragedias de la historia» de ese estado.
Fueron 682 milímetros, cifra superior a la del temporal que azotó la ciudad de Petrópolis, en Rio de Janeiro en 2022, con un saldo de 241 muertos, y Florianópolis (sur) en 1991, donde cayeron 400 milímetros en 24 horas.
Brasil sufre fenómenos extremos frecuentes, y los científicos no descartan un vínculo con los efectos del cambio climático.
En el atardecer del lunes, el Gobierno de Sao Paulo subió el balance a cuarenta muertos: 39 en Sao Sebastiao y una niña en la localidad de Ubatuba. En tanto, decenas de personas permanecían desaparecidas.
Además, se reportaron mil 730 personas evacuadas y 766 desabrigados, según las autoridades, que desplegaron más de 600 socorristas, militares y policías en las labores de rescate.
Lo perdí todo
La casa de Patricia da Silva, una empleada doméstica de 31 años, quedó destruida por la corriente de lodo y piedras que cayeron por la ladera en la madrugada del domingo en la playa de Juquehy.
«Estoy muy triste, desorientada, no sé ni qué hacer», dijo a la AFP esta madre de dos niñas de nueve y 15 años. «Lo perdí todo».
«Nos asustamos (…) El vidrio del baño explotó con el agua. Escuchamos el agua caer, con árboles y piedras. El agua entró y nos llegó hasta los hombros», dijo Vanesa Cristina Caetano, de 41 años, que vive con su marido y dos hijos, de 23 y 11 años.
Las vías continuaban bloqueadas en al menos diez puntos, según el Gobernador Tarcisio de Freitas, que decretó luto durante tres días en Sao Paulo y el «estado de calamidad» en seis municipios para facilitar el despliegue de recursos.
Freitas aseguró que debido al gran volumen de lodo sobre la principal carretera balnearia no era posible determinar si «existe» el camino en ciertos tramos o fue arrastrado en los deslizamientos.
El Gobernador liberó unos 7 millones de reales (alrededor de 1.5 millones de dólares) para tareas de rescate.
Además, el ministerio de Hacienda anunció que enviará unos 11 millones de reales (unos 2.2 millones de dólares) en ropa, calzados y artículos de higiene personal y limpieza, ítems secuestrados por la aduana.
«El proceso de reconstrucción será lento», indicó el alcalde de Sao Sebastiao, Felipe Augusto.
Solidaridad
Imágenes difundidas por medios locales y usuarios de redes sociales mostraban ríos de lodo y escombros, carreteras arruinadas, caminos costeros hundidos y autos destrozados por árboles caídos.
Con las celebraciones del carnaval interrumpidas en la región, personalidades locales se movilizaron para ofrecer ayuda.
El chef Eudes Assis cerró por tres días su restaurante Taioba Gastronomia para preparar comida para los centenares de personas que perdieron sus viviendas.
«En mis 46 años de vida, nunca vi nada parecido aquí (…) Las personas perdieron lo poco que tenían. Es un momento de mucha tristeza», indicó Assis en Instagram.