El sufir de los de verde y las manos del de amarillo
Era el último de los duelos de grupo para el combinado nacional y no hubo gran ceremonía, no hubo lanzallamas, ni fuegos artificiales. Como si fuese presagio del desastre. Así se disponían los 22 a arrancar las hostilidades.
No eran ni dos minutos de partido y Luis Gerardo Chávez ya había probado de cara a la meta desde fuera del área pasando por un costado del marco defendido por Mohamed Al-Owais.
Segundos más tarde, Hiving Lozano encontró a Alexis Vegan un pique de cinco metros al que nuevamente le metió el pecho a las balas Al-Owais. Era total la concentración en el fondo de los Halcones Verdes para contener a un México Urgido de goles.
El cronómetro marcaba cuatro y el capitán Al-Dawsari iba al piso tras un pisotón de Lozano y toda Arabia aguantaba la respiración. Del otro lado de la cancha Henry Martín la vio pasar sin poder alcanzar la de gajos para cerrar la pinza en el centro.
Eran diez de primera mitad y México lo veía claro: la clave era desbordar a la defensa saudita en busca de balones a la olla. Arabia, por otra parte, hacía gala de velocidad y buen ritmo pero poco control. Esto hasta que Héctor Moreno derribó a uno de sus compañeros de profesión y les regaló un balón parado que Memo Ochoa sólo vigiló al pasar.
Con cuarto de hora en el reloj, los de Martino volvían a hacer uso de las pelotas largas que para desconsuelo de sus connacionales, terminaban demasiado alargados y en las manos del arquero del Al-Hilal.
Edson Álvarez se llevó puesto a Buraikan y quedó pintado de amarillo minutos más tarde. Álvarez. en un desborde de desesperación, le pegó un empujón a Michael Oliver y no se llevó la roja por que Dios es grande.
Llegamos al 20 de tiempo corrido y las euforias se habían calmado. Esos 22 que se fueron con todo para arriba. ahora estaban estacionados buscándole el como a las acciones ofensivas.
México se le encima a los Halcones al 25 con un Orbelín Pineda que disparó al arco después de jugar ping pong con la número cinco. Al-Owais, volvía a recostar, volvía a retener el esférico y comenzaba a ponerse la capa de héroe.
El reloj seguía su marcha y la desesperación no cesaba en el XI Azteca que se olvida de darle la vuelta a la pelota y circular por la bandas. Todo era frontal y todo acaba en los guantes del guardameta de amarillo.
Fuera del terreno de juego había que ponerle un ojo al gato y otro al garabato y cerca de la marca de la media hora, Argentina y Polonia seguían enfrascados en el 0-0. El número mágico todavía era 4.
Faltaban ocho para el final de la primera mitad y en el 974 y Wojciech Szczesny le tapaba un penal a Messi para desconsuelo del equipo tricolor. De regreso en Lusail los balonazos ya no eran novedad y la línea de cinco arabe no batallaba mucho para dispersar la ofensiva mexicana;sin embargo, poco hacían para atacar.
Agonizaban los minutos de compensación y México parecía aprender como pasar la pelota por el medio para hilvanar pases y llegar como una sola unidad, la muralla blanca no se movía ni medio centímetro.
Árabes y mexicanos se fueron a las regaderas con el 0-0. Los primeros con la ilusión de un solo gol que los hiciera clasificar y los segundos con una losa de cuatro goles más pesada que la del Pípila
Los Muertos No Reviven
Antes de que árabes y mexicanos se pudieran acomodar para el arranque de los segundos 45, Alexis Mac Allister puso el primero para Argentina ante Polonia y le aligeraba la carga al combinado nacional: todavía había que marcar cuatro.
Eran apenas 30 segundos del asunto que le correspondía al Estadio de Lusail y Gerardo Chávez junto con Lozano le volvían a poner presión a Owais que escupía todo.
Todo hasta que Rogelio Funes Mori le puso la pierna a un rebote en un tiro de esquina para encontrar el fondo de la red al 47. A México, con todo y el favor de la albiceleste, faltaba que Argentina hiciera de las suyas.
Gerardo Chávez se ayudó de un balón parado al 52 para mandar un misil desde los 30 metros para anotar el segundo tanto mexicano y regresarle el pulso a Gerardo Martino. Faltaba tres
Cinco minutos más tarde el Chucky se quedó con el grito de gol atorado en la garganta luego de que el asistente le levantara la bandera. Faltaban dos y México ya no tenía de fondo, eran todos para arriba y todos al ataque.
A la hora de partido, Arabia, aturdido y con los guantes en la lona, intentaba aproximarse a portería mexicana por el medio del campo. No era mucha la intensidad ni el buen juego pero se las ingeniaron para replegar a los nacionales de regreso a propio sector.
Julián Álvarez puso otro grano de arena al milagro mexicano al 66 con el segundo de Argentina y el número mágico mexicano era uno, uno solo.
Faltaban quince para el pitazo final y al combinado mexicano parecía acabarse el gas, había con qué llegar pero no con que terminar,
Quedaban diez en el cronómetro y los de blanco estaban agotados. El Chucky la tuvo al borde del área pero se tardó un mundo de conectar con Raúl Jiménez y el último tanto no pudo ser.
A cinco del pitazo final, México sacaba todo el juego ofensivo que no había enseñado en todo el certámen y Polonia aguantaba casi sin meter la pierna para no desempatar por criterio de Fair Play. Agonizaba la Selección y todavía no sabía si vivía sus últimos minutos de lucidez o si los tocaba la gracia de dios.
Era in extremis el asunto. Los comandados por Martino no soltaban el esférico y Arabia Saudita parecía aguantar más por dignidad deportiva que por otra cosa. Todos los balones pasaban por Chávez en medio del agregado del 974 donde Polina ya pedía que desconectaran al paciente de la respiración asistida.
A 45 segundos del final, Aldawsari, ese mismo que casi del campo al inicio del partido, se arrancó en un balón largo y se desmarcó, casi sin que la defensa mexicana se diera cuenta, para poner la de gajos en la red y liquidar a México en el Mundial.
He ahí la respuesta: Era un último momento de lucidez.
México está fuera del la justa mundialista.