Huiziltepec, México.- Entre rezos, flores, velas, llanto y recuerdos, habitantes acuden masivamente al panteón de esta localidad de Zumpango de Neri, Guerrero, para honrar a sus fieles difuntos.  

Desde la tarde del martes 1 de noviembre padres, hijos, hermanos, nietos y sobrinos llegan al cementerio ubicado a medio kilómetro de la iglesia local con velas encendidas y flores de cempasúchil o pericón para adornar las tumbas donde yacen los restos de sus queridos.

Huiziltepec está ubicado a casi media hora de Chilpancingo, la capital guerrerense, y la Autopista del Sol facilita la llegada al pueblo.

Desde ayer iniciaron los festejos por el Día de Muertos, tradición que data de varios siglos, y además de honrar a sus muertos la gente se cuenta anécdotas de sus difuntos o sus penas.

Los pobladores pasan la mayor parte de la noche y madrugada en el panteón y después regresan a sus casas para colocar la ofrenda a sus muertos.

En el 1 y 2 de noviembre, en Huiziltepec también se instala un altar con flores, una mesa con las más variadas comidas que le gustaban en vida al difunto y, en la mayoría de los casos, mezcal.

El origen

En una de las tumbas está Alfredo Godínez Ortiz, ha colocado velas a su hermana, Irene, quien falleció en agosto pasado por complicaciones de la diabetes que padecía.

Alfredo viste camisa de cuadros y un sombrero vaquero, es abierto a hablar con extraños, y admite no saber el origen de la tradición, pero la sigue porque así le enseñaron sus padres.

«Esto es una costumbre que ya traían nuestros abuelos, y según la creencia los difuntos vienen y por eso les ponemos ofrenda y con las velas les alumbramos el camino para que lleguen a su casa», dijo.

La celebración del Día de Muertos en Huiziltepec se divide en dos etapas, la primera es acudir al panteón a encender velas y colocar flores para iluminar el camino de los difuntos.

En una segunda etapa, en cada casa se instala la tradicional ofrenda, un altar donde se pone fruta, pan, agua comida y mezcal para que los muertos puedan disfrutarlo.

El panteón de Huiziltepec es simétrico, es un cuadrado, y las tumbas están ordenadas en línea recta desde la puerta hasta el final, la mayoría son de tierra y con cruces de madera, solo unas cuantas son de concreto.

La forma en que están dispuestas las tumbas y las velas encendidas generan un espectáculo visual que no es común en la zona centro de Guerrero.

«Es como ver la película de Macario, pero a color», comentó una visitante.

«Esto es de añales, de siglos, esto nos enseñaron nuestros abuelitos, bisabuelitos y nosotros vamos enseñando a nuestro hijos, es una tradición que nunca se acaba», mencionó Alfredo Godínez.

La historia oral de Huziltepec indica que hace 500 años vivían en la zona familias dedicadas a la agricultura, todas dispersas en los alrededores de lo que hoy es la comunidad.

Tras la llegada de los españoles, en 1521, hubo una peregrinación de San José con dirección a la Costa de Guerrero, y los participantes pararon a descansar en Huiziltepec, pero al tratar de continuar su camino ya no pudieron mover el santo, por lo que decidieron crear el poblado.

«Y yo creo que desde ese momento celebramos estas tradiciones», agregó Alfredo.

San José es el santo patrono de Huiziltepec y desde su iglesia, ubicada en el centro del pueblo, cada Día de Muertos sale una procesión encabezada por el sacerdote que termina en el panteón con una misa.

La procesión recorre las calles de Huiziltepec y hace una parada en la capilla de San Miguel, la cual es decorada con un pasillo de veladoras y un camino de pétalos de cempasúchil para guiar a los difuntos.

Tradición y problemática social

El problema con el camino de veladoras y pétalos es que es pasa por aguas residuales que corren a cielo abierto por las calles de Huiziltepec, pues desde hace nueve años colapsaron las ollas de drenaje y la planta tratadora dejó de funcionar.

El abril, pobladores protestaron contra las autoridades municipales y estatales en demanda de una solución al tema de las aguas residuales y la planta tratadora, y en esa ocasión amenazaron con bloquear la Autopista del Sol, que pasa a poca distancia del poblado.

Ante la amenaza, funcionarios prometieron que comenzarían ese mismo mes los trabajos de rehabilitación del drenaje y buscarían una solución a la planta tratadora.

A siete meses de la promesa hecha por la Alcaldesa Sara Salinas Bravo, y el director general de la Comisión de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento del Estado de Guerrero, Facundo Gestelum Félix, las aguas negras aún corren por las calles, lo que provoca malos olores y daños a la salud.

«Pues según dicen que ya van a venir a seguir y que están haciendo unos estudios pero pues nomás no puede quedar el drenaje», denunció Alfredo Godínez.

Mantener viva la tradición

Después de la misa en el panteón, muchas familias se retiran, es momento de ir a casa a esperar junto a las ofrendas a los difuntos.

Los pobladores, que visitan el panteón y prenden velas entre las seis de la tarde y nueve de la noche del 1 de noviembre, reconocieron que por la pandemia de Covid-19 hubo muchos fallecidos, entre 200 y 500 entre 2020 y 2021, la mayoría adultos mayores.

En otro punto del panteón está Ana, una mujer de unos 60 años, sentada frente a las tumbas de su madre y padre, quienes murieron hace 20 años, de sus abuelos y de un sobrino.

Ana visita desde los 14 años al panteón, cuando acompañaba a sus padres para ofrendarle a sus abuelos, y hoy ella acude por todos.

La oriunda de Huiziltepec, una comunidad campesina, reconoce que para ofrendar tiene que trabajar todo el año.

Siembra calabaza y hace cinta de palma que vende a fabricantes de sombreros o artesanías y con eso invierte en la ofrenda.

Entre velas, flores y comida Ana gastó 150 pesos por difundo, en total requirió de 750 para mantener viva la tradición de Día de Muertos. 

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