El ataque en la mezquita Fatimiya en la segunda ciudad en importancia del país centroasiático fue reivindicado por el Estado Islámico (EI), en un comunicado publicado en sus canales de Telegram. El grupo explicó que dos yihadistas suicidas hicieron detonar bombas en partes distintas de la mezquita mientras los fieles participaban en la concurrida oración del mediodía del viernes.
“El primer suicida detonó su chaleco de explosivos (…) en un corredor de la mezquita, mientras el segundo detonó su chaleco en el centro de la mezquita”, señaló el comunicado.
“Nos estábamos preparando para la oración cuando oímos balazos. Dos personas entraron en la mezquita y dispararon a los guardias, que abrieron fuego. Uno de ellos se hizo estallar. Después de él, se hicieron explotar otros dos”, narró a la Afp Sayed Rohullah, un guardia de seguridad del templo.
Hafiz Sayeed, director de cultura e información de los talibanes en Kandahar, confirmó que 47 personas murieron y al menos 70 resultaron heridas en el ataque.
El atentado tuvo lugar una semana después de otro similar contra fieles en la ciudad de Kunduz, en el noreste del país, el cual también fue reivindicado por el EI.
El derramamiento de sangre sectario ha suscitado temores de que el EI, enemigo tanto de los talibanes como de Occidente, esté expandiendo su presencia en Afganistán.
Otro testigo, llamado Murtaza, estaba a cargo de la seguridad en la mezquita y relató que vio a dos atacantes con bombas. Agregó que uno detonó sus explosivos fuera de la puerta y que el otro ya estaba entre los fieles dentro del lugar de oración. También afirmó que el personal de seguridad de la mezquita baleó a otro presunto agresor fuera de la mezquita.
El jefe de la policía talibán en Kandahar, Maulvi Mehmood, condenó “enérgicamente” en una rueda de prensa el atentado, y aseguró que “todos los servicios de seguridad” estaban “trabajando para encontrar a los implicados y castigarlos”.
Guardias en sitios de culto
Según él, la seguridad de la comunidad chiíta estaba hasta ahora garantizada por la propia comunidad. Pero “en el futuro, tenemos la intención de responsabilizarnos de todos estos lugares de culto asignándoles guardias”, dijo.
Imágenes de video tomadas en el templo mostraron cuerpos tendidos sobre alfombras manchadas de sangre, mientras los sobrevivientes vagaban aturdidos o lloraban angustiados.
Desde su llegada al poder el 15 de agosto, los talibanes se enfrentan a una ola de atentados perpetrados por el EI.
Su rama local, el Estado Islámico-Khorasan (EI-K), ha apuntado en las semanas recientes a los talibanes y a la minoría chiíta afgana.
El EI, rival del gobernante Talibán, considera que los musulmanes chiítas son apóstatas que deben morir. Se estima que apenas 10 por ciento de la población afgana es chiíta, la mayoría de ellos de la etnia hazara, perseguida en el país durante décadas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]