[vc_row][vc_column][vc_column_text]Chihuahua, Chih., La excasa de Gobierno se convirtió en un centro de tortura para obligar a varios exfuncionarios y testigos de los Expedientes X’s para fabricar delitos contra los objetivos de ex gobernador Javier Corral, denunciaron los afectados.

El el gobierno de Javier Corral Jurado obligó bajo amenazas a ex funcionarios, empresarios y ciudadanos a dar declaraciones en contra de varios ex funcionarios, así como de la gobernadora actual de Chihuahua, María Eugenia Campos Galvan y del ex gobernador Cesar Duarte Jáquez.

Javier Corral convirtió la Casa de Gobierno en un centro de operaciones policiacas y ministeriales, donde según testigos se integraban los conocidos aquí como expedientes X’s en contra de sus opositores de antaño y de quienes veía como futuros competidores políticos.

Allí fueron obligados a convertirse en testigos, diversos colaboradores para que sus testimonios sirvieran como elementos para enjuiciar a aquellos que decidiera el gobierno de Corral Jurado.

Los testigos solicitaron el anonimato por temor a represalias, sin embargo,  algunos de ellos laboraron en el gobierno de Chihuahua antes de la administración del priísta César Duarte Jáquez (2010-2016) y otros se convirtieron en proveedores de esa administración, pero todos aseguran que se les amenazó con acusarlos de haber participado en el desvío de recursos públicos que se imputa al ex mandatario priísta César Duarte.

“Fiscales estatales aplicaban tortura sicológica y presionaban hasta que ya no se podía más. Te quebraban y, rendido, clamabas a los ministerios públicos: ¡dígame qué quiere que declare! ¡Ponga en el papel lo que desee, pero termine ya!,” narró uno de los testigos.

Testigos señalaron que si no cooperaban, la amenaza era de la cárcel, destruir a su familia y catear los domicilios de padres y hermanos porque algo encontrarían para culparlos de algún delito.

Otro de los testigos señala que “durante los interrogatorios, los fiscales jugaban con lo que uno decía. Siempre acomodaron las cosas para imputar a gente con la que uno ya ni trato tenía o que por el solo hecho de haber sido tu jefe, tu compañero de área, te hacían que dijeras cosas que no te constaban ni estaban en tu responsabilidad como funcionario”.

Testigos señalan que por los daños psicológicos que sufrieron no recuerdan los nombres completos de los fiscales que los interrogaban en la Casa de la Zarco.

Sin embargo señalan directamente a la licenciada Peña y Francisco Flores de ser los jefes, “eran los más duros, los que amenazaban. Los que te decían que llegaras solo a la Casa de la Zarco. Que dejaras tu teléfono en la caseta de vigilancia. Ellos extendían los interrogatorios por horas, muchas veces más de 12 horas, sin beber agua, consumir alimentos, ir al baño, y lo más importante, sin la presencia de abogados y en total aislamiento”, indican.

“¡Acuérdese!, ¡acuérdese bien!, usted está mintiendo. ¡Acuérdese!, si sale de aquí será detenido inmediatamente. ¡Piense! Si no coopera, se va a juicio y allá, en la cárcel, se dirá a sus ex amigos que usted cantó, y a ver cómo le va», eran las amenazas, coinciden tres de los cinco entrevistados.

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