Los 100 países que rubricaron el acuerdo de reforestación representan alrededor del 85 por ciento de los bosques en el mundo, según explicó el gobierno británico, que busca empezar a dar noticias concretas y buenas cuanto antes, al ser el país anfitrión de la COP26 y en la que ha desplegado toda su maquinaria diplomática, comercial y política. De momento se trata de una declaración, que ya firmaron Joe Biden, Boris Johnson, Xi Jinping, Jair Bolsonaro, Vladimir Putin e Iván Duque, con la mirada puesta en proteger vastas áreas forestales, que van desde la taiga del este de Siberia hasta la cuenca del Congo, hogar de la segunda selva tropical más grande del mundo. Precisamente por eso es tan importante la presencia y el apoyo del gobierno del Congo.
Ahora empezará lo difícil, pues después de la firma los gobiernos se deberán poner de acuerdo para sumar cerca de 20 mil millones de dólares para para ayudar a los países en desarrollo a reducir la deforestación, restaurar tierras degradadas y hacer frente a los incendios forestales. Más de 30 inversores del sector privado proporcionarán al menos otros siete mil millones de dólares y los gobiernos de los países más ricos, 12 mil, pero los plazos también son amplíos: entre el 2022 y el 2025.
El premier británico Johnson explicó que “con las promesas sin precedentes de hoy, tendremos la oportunidad de poner fin a la larga historia de la humanidad como conquistadora de la naturaleza y, en cambio, convertirnos en su custodio”.
Los científicos han explicado que los bosques son ecosistemas fundamentales para absorber, neutralizar y fijar dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero de la atmósfera. Sin embargo, el valor de la madera como producto básico y la creciente demanda de tierras agrícolas y de pastoreo están dando lugar a una tala generalizada y, a menudo, ilegal de bosques, especialmente en los países más pobres.
La organización Global Forest Watch señala además que los bosques proporcionan alimentos y medios de vida, ayudan a limpiar el aire y el agua, benefician la salud humana, son un hábitat esencial para la vida silvestre, regulan las lluvias y ofrecen protección contra inundaciones.
El optimismo se acaba cuando los movimientos ecologistas advierten del inminente fracaso del plan si no se dotan de fondos lo antes posible. «No podemos esperar hasta el 2025”, advierte Jo Blackman, jefe de política forestal y defensa en Global Witness, que dio una rueda de prensa en Glasgow.
Y añadió que “si bien la Declaración de Glasgow tiene una impresionante variedad de signatarios de países ricos en bosques, grandes mercados de consumidores y centros financieros, corre el riesgo de ser una reiteración de compromisos fallidos anteriores si carece de fuerza. La pregunta es si anuncios que acaparan los titulares sobre la deforestación terminarán siendo más de las mismas promesas vacías o si serán seguidas con la acción reguladora real que se necesita con tanta urgencia”.